sábado, 8 de diciembre de 2012

Egipto | “El pueblo quiere que caiga el régimen”


Por Claudia Cinatti, FT-CI 

La vieja consigna que gritaban centenares de miles contra la dictadura de Mubarak a principios de 2011 vuelve a resonar con toda su fuerza en las calles de El Cairo y las principales ciudades de Egipto, esta vez dirigida contra el gobierno de M. Morsi del Partido Libertad y Justicia (ligado a la Hermandad Musulmana) y la Asamblea Constituyente con mayoría de partidos islamistas.

Desde hace dos semanas atrás, centenares de miles de jóvenes de clase media, estudiantes, mujeres, trabajadores, sectores populares vienen movilizándose contra el decreto por el cual el presidente egipcio se adjudicó poderes cuasidictatoriales para intentar consolidar un régimen autoritario hegemonizado por el islamismo moderado, y apoyado por el imperialismo a cambio de los servicios prestados por Morsi para lograr el cese del fuego entre Hamas y el estado de Israel.

Lejos de retroceder ante las protestas, la respuesta de Morsi fue hacer votar en tiempo récord el proyecto de nueva constitución y convocar a un plebiscito constitucional para el 15 de diciembre, esperando que la extensión nacional de la Hermandad Musulmana y sus redes clientelares en sectores populares permita ganar la votación, aunque sea por un margen ajustado.

Esta acción ofensiva de Morsi precipitó la dinámica de la movilización: el 4 de diciembre decenas, quizás centenares de miles rodearon el palacio presidencial obligando a Morsi a abandonar a escondidas el edificio. El 5 de diciembre, la Hermandad Musulmana convocó a la base islamista del gobierno a una “contramovilización” desatando violentos enfrentamientos entre ambos bandos con piedras y bombas molotov, con un saldo provisorio de 3 muertos y centenares de heridos. Por ahora el ejército no viene participando en las tareas represivas, intentando preservarse como hizo ante la caída de Mubarak. Al cierre de este artículo continuaban los enfrentamientos en las inmediaciones del palacio presidencial y en otras ciudades importantes del país. De profundizarse esta situación de tensión extrema puede poner en cuestión la continuidad del gobierno de Morsi y la “transición democrática” como forma de desvío del proceso revolucionario.

Una constitución a la medida del islamismo, los militares y el imperialismo

La nueva constitución, producto de un proceso constituyente completamente antidemocrático pactado con el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, es un intento de consolidar un régimen basado en la alianza de la Hermandad Musulmana (y secundariamente otras variantes islamistas como los salafistas) con los militares y el imperialismo que reemplace a la vieja dictadura de Mubarak por una “democracia tutelada” que conserve lo fundamental del viejo régimen.

Entre otras cosas, la nueva constitución proclama al islam como religión de estado (lo que ya regía en la constitución anterior y bajo Mubarak), declara los principios de la ley islámica como la fuente de la legislación, mantiene a las fuerzas armadas como principal institución del régimen, dejándole el control del presupuesto de defensa (al que ingresa 1.300 millones de dólares en concepto de ayuda financiera de Estados Unidos) y el manejo de los asuntos militares, además de respetar en lo fundamental el rol de las fuerzas armadas en la economía y de conservar los odiados tribunales militares para juzgar a civiles (ante los cuales han sido procesados unos 12.000 activistas desde el fin de la dictadura).

Este giro bonapartista tiene un doble propósito: por un lado está destinado a resolver la disputa que tiene el gobierno con el poder judicial, donde se concentra los remanentes del viejo régimen, y por otro, liquidar la resistencia de la juventud y sectores avanzados de la clase obrera. Como parte de esta política de mantener bajo control a la clase obrera, el gobierno de Morsi con una medida demagógica de limpiar a la Federación sindical de la vieja dirigencia mubarakista, dictó un decreto por el cual remueve a la vieja dirigencia pero le da la facultad al ministro de trabajo, un miembro de la Hermandad Musulmana, de nombrar a la nueva dirección, liquidando de esa manera toda posibilidad de democratización de las organizaciones obreras, una demanda muy sentida por amplios sectores de los trabajadores que vienen fundando sindicatos independientes.

De esta manera, el gobierno intenta allanar el camino para avanzar con la implementación de un programa neoliberal de ajuste negociado con el FMI para descargar las consecuencias de la crisis capitalistas sobre los sectores populares y dar confianza oportunidad de negocios a posibles inversores extranjeros.

La Hermandad Musulmana y su brazo político, el Partido Libertad y Justicia, actúan con el apoyo de Estados Unidos y otras potencias imperialistas que ven al islamismo moderado egipcio como un aliado –junto con Turquía, Qatar y Arabia Saudita y el estado de Israel- para mantener la estabilidad regional y liquidar las tendencias revolucionarias de la primavera árabe. Por esto, como explica el diario Washington Post, “Estados Unidos se ha negado a criticar públicamente a Morsi o a condenar directamente la constitución propuesta”, lo que se ha visto claramente en las declaraciones de la secretaria de Estado norteamericana Hillary Clinton que se limitó a llamar al diálogo y a que la nueva constitución garantice que Egipto cumpla sus “obligaciones internacionales”, es decir, mantenga su alianza con Estados Unidos y el estado sionista.

Entre el frente popular y la perspectiva de revolución

Esta nueva oleada de luchas enfrenta grandes desafíos. La enorme polarización entre partidarios y opositores de Morsi se basa fundamentalmente en el antagonismo entre el carácter laico o religioso del estado, tras el cual se ocultan los profundos antagonismos de clase. La Hermandad Musulmana es un partido de un sector de la burguesía egipcia que usa la religión y sus redes de asistencia para mantener bajo control a una amplia base popular utilizando la religión como instrumento de sometimiento. Sin embargo, la oposición laica reagrupada en el Frente de Salvación Nacional que hoy se propone dirigir las movilizaciones, aunque con un discurso democrático formal representa los mismos intereses de los enemigos de la clase obrera y los sectores populares. Este frente, que pretende consolidarse como una oposición liberal burguesa seria, está conformado por Mohamed ElBaradei, ex inspector de Naciones Unidas en Irak, el empresario multimillonario Naguib Sawiris, fundador del Partido Libre Egipcio, el exfuncionario de Mubarak y expresidente de la Liga Árabe Amr Moussa y el Partido de la Dignidad (nasserista y tibiamente nacionalista burgués) del excandidato H. Sabbahi. A ese rejunte de figurones y partidos liberales laicos, burgueses y pequeño burgueses, le capitula gran parte de la izquierda y las organizaciones surgidas de la plaza Tahrir, como el Movimiento juvenil 6 de abril.

El Frente de Salvación Nacional pretende usufructuar las banderas democráticas del proceso revolucionario para negociar con la Hermandad Musulmana el retiro del decreto dictatorial de Morsi, la suspensión del referéndum y la elección de una nueva Asamblea Constituyente con mayor representación de sectores laicos pero con el mismo programa de establecer un régimen tan proimperialista y patronal como el actual.

Los jóvenes, los trabajadores de las grandes concentraciones obreras y los sectores populares y empobrecidos por las consecuencias de las políticas neoliberales de Mubarak y de la crisis capitalista han hecho una enorme experiencia de lucha en los casi dos años que transcurrieron desde la caída del dictador, creando organizaciones políticas y sindicatos independientes, protagonizando huelgas y movilizaciones y enfrentando la represión. La oposición burguesa democrática, basándose en la denuncia de la opresión religiosa, intenta limitar esta experiencia reduciendo los términos del enfrentamiento a laicos versus islamistas.

Las movilizaciones actuales muestran que la contención del desvío parece débil y que las tendencias más profundas del proceso revolucionario vuelven a ganar el centro de la escena. Es necesario que los trabajadores y jóvenes combativos forjen sus propias organizaciones revolucionarias que enfrenten la trampa del desvío frente populista y unan la lucha democrática a una perspectiva anticapitalista y antiimperialista.

México: Cientos de presos y heridos en el regreso del PRI al gobierno


Por Sandra Romero, LTS
 

En este momento en México se encuentran presos decenas de jóvenes que fueron detenidos durante las movilizaciones contra la toma de protesta (asunción presidencial) del priísta Enrique Peña Nieto y en la LTS nos encontramos en lucha, junto a organizaciones de derechos humanos, sociales y políticas por su libertad.
 

Peña toma protesta en medio de la represión

Peña Nieto acudió al Congreso al cambio de gobierno, en medio del repudio en casi todas las capitales del país y la represión a las protestas. Una presidencia asumida entre la indignación popular, con los representantes políticos de la clase dominante, intentando llegar al Congreso, entre autos y ropas de lujo, con la sede parlamentaria amurallada por tanquetas de agua, gases lacrimógenos, balas de goma, miles de policías federales, granaderos y militares y decenas de kilómetros de vallas al Congreso y el centro histórico. Estas fueron las “medidas preventivas” anunciadas por Peña y orquestadas por el estado mayor, para el retorno del PRI a la presidencia.

Peña en sus primeras horas de gobierno y con ayuda del gobierno perredista del Distrito Federal, ya tenía más de un centenar de detenidos, cientos de heridos y la criminalización iniciada por medios de comunicación y Gobernación, marca el inicio de un nuevo gobierno represor.

Con más de un centenar de detenidos en la Procuraduría Capitalina y la orden de “ir hasta el final” por parte del perredista Marcelo Ebrard (jefe de gobierno), en el intento por imponer penas que van de 5 a 30 años de prisión, se condena el “desorden público” y daño en propiedad privada.

Las condenas de medios de comunicación y funcionarios de gobierno buscan minimizar el repudio al arribo de Peña, igual que las calumnias de que nuestros heridos fueron producto de piedras lanzadas por los propios manifestantes y los policías disparando, lanzando balas de goma y gases lacrimógenos sin castigo, mientras Juan Kuy Kendall se debate entre la vida y la muerte por el traumatismo craneoencefálico que le provocaron o la bala que le provocó la pérdida del ojo a Uriel Sandoval. La acción de sectores juveniles, entre los cuales se contaban muchos integrantes del movimiento #yosoy132 y jóvenes independientes, puede ser un síntoma de que el descontento que recorre a la juventud, y que ya se había expresado con la emergencia del #yosoy132, puede dar un salto y apelar a métodos radicales de lucha.

La LTS y la Juventud Anticapitalista, Socialista y Revolucionaria –que impulsamos junto a colectivos y estudiantes independientes- participamos de la movilización, que fue llamada por la Convención Nacional contra la Imposición, el magisterio democrático, el #yosoy132 y organizaciones sociales y populares, planteando la necesidad de preparar una gran movilización y un paro nacional, encabezados por los trabajadores y sus organizaciones, para enfrentar al gobierno de Peña Nieto y sus planes. Con más de 100 compañeros/as que participaron de nuestra columna, nos hicimos presentes desde muy temprano. A partir de la represión salvaje, nos sumamos desde el primer momento a la campaña por la libertad de los presos políticos, que además impulsan nuestros compañeros de la FT en Argentina y otros países de América Latina y Europa.



Fracasa el intento de un cambio de poder ordenado

Tras las medidas represivas, se pretendía transmitir al mundo una imagen ordenada del cambio de gobierno, que permitiera a Peña iniciar su mandato en aparente estabilidad. Ocurrió lo contrario. Los principales diarios del mundo publicaron en primera plana las manifestaciones y la brutalidad policial, mostrando al nuevo gobierno sin legitimidad.

La violenta represión y la dura respuesta del PRD en el DF son muestra del pacto en el régimen contra quienes se decidan enfrentar los planes y a favor de la gobernabilidad. Los hechos del 1/12 muestran lo que vendrá para este gobierno que inicia con mucho cuestionamiento, donde el descontento popular será la constante.

La dura represión también nos plantea la necesidad de cerrar filas en defensa de los detenidos y luchar por su liberación incondicional. Esto nos permitirá estar en mejores condiciones para reorganizar la lucha contra los planes de miseria que busca imponer el gobierno y no permitir que las instituciones represoras del régimen salgan fortalecidas y la criminalización a las protestas se imponga.

Repudiamos la represión y exigimos la libertad inmediata e incondicional de todos los presos. La LTS, junto con otras organizaciones, padres de familia y organismos de derechos humanos, redoblamos esfuerzos por la liberación de los detenidos y un abogado nuestro es parte del equipo jurídico que toma los casos de los compañeros. Llamamos a todas las organizaciones obreras que se reivindican independientes como la CNTE, el SME y la UNT a encabezar un gran movimiento nacional en las calles, sumando a las organizaciones de derechos humanos, a intelectuales, organizaciones políticas, sindicales, y sociales, indígenas y campesinas, a impulsar una Campaña Internacional unitaria por la libertad de todos los presos y contra la represión. Es fundamental una lucha amplia, democrática y masiva por la libertad de los presos, y que los sindicatos llamen a acciones y preparen un paro nacional para exigir su liberación inmediata.

¡Si tocan a uno, nos tocan a todos!

Responsabilizamos al gobierno de Peña y al gobierno capitalino por cualquier agresión que puedan sufrir los compañeros que se movilizan por los presos.
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El PRI, PAN y PRD firman Pacto para estabilizar al régimen mexicano
A pesar del cuestionado triunfo electoral, Enrique Peña Nieto buscará recomponer el sistema de la alternancia tan debilitado luego que el panismo concluye su sexenio con mas 70 mil muertos, para eso, apelará a medidas represivas, como se vio en la acción policial del 01/12 y en su primer anuncio: “el ejército se mantendrá en las calles”. Con el nuevo gabinete salieron a la luz una docena de nombres ligados familiar, política o financieramente al expresidente Carlos Salinas de Gortari [1] . Viejos políticos reciclados que de “nuevo PRI” no tienen nada y encarnan la década de más feroz ofensiva neoliberal de la burguesía y la patronal contra los trabajadores en México.

Sin embargo, aunque el PRI cuenta con el apoyo de los partidos y el Congreso, deberá enfrentar la crisis económica y el descontento social. Ya en su toma de protesta, Peña lanzó un discurso de “unidad nacional” en busca de la estabilidad que le permita avanzar con los planes contra las masas, en lo cual será fundamental el rol del Congreso de la Unión. Además mostró la histórica relación del PRI con el ejército, que en el primer discurso del recién electo Secretario de la Defensa Nacional dijo respetará los derechos humanos, nada más falso, cuando al mismo tiempo los manifestantes evadían las balas y gases lanzados frente al Congreso.

Los acontecimientos del 1/12 y el antecedente de la reforma laboral impuesta por el Congreso las semanas pasadas dejan ver un régimen que se posiciona para avanzar en la ofensiva mandatada por el imperialismo, donde el PRD aparece como una oposición cada vez más leal y adaptada al PRI y al PAN, empezando por la reforma laboral, en negociaciones con el PRI y alianzas con el PAN antes de la votación. Además, el PRD (que gobierna el Distrito Federal) es hoy la punta de lanza de la represión desatada durante la toma de protesta de Peña, con cientos de detenciones arbitrarias. Un gobierno que inicia con respaldo empresarial y que buscará negociar las reformas estructurales para implementar sus planes, entre ellos, su gran objetivo: privatizar Pemex.
[1] El más corrupto en la historia de México, que llegó al poder con un fraude y robo a Pemex, vendió la banca, la telefonía, los ferrocarriles, las carreteras, la aviación, impuso el TLC, se ligó al narco, asesinó opositores de todo tipo, combatió al zapatismo, etc.

Argentina | Multitudinaria asistencia en la presentación de “Mi Vida” de León Trotsky

 
Foto: Jorge Altamira, Gabriela Liszt y Christian Castillo.

El martes 4 se presentó en el Auditorio de la Sede Constitución de la Facultad de Ciencias Sociales el libro Mi vida, el segundo tomo de las Obras Escogidas de León Trotsky. Más de 800 personas asistieron al evento que fue presentado por Gabriela Liszt del CEIP y contó con la exposición de Jorge Altamira, dirigente del Partido Obrero, y Christian Castillo, dirigente del Partido de los Trabajadores Socialistas. En el evento se proyectó un saludo enviado desde México por Esteban Volkov, nieto de León Trotsky. La edición del libro estuvo a cargo del Centro de Estudios, Investigaciones y Publicaciones (CEIP) “León Trotsky” y cuenta con el apoyo del Instituto de Derecho de Asilo, Museo Casa León Trotsky de México. La publicación fue realizada a través de Ediciones IPS.

A continuación presentamos extractos de la presentación. Se puede ver completa en www.tvpts.tv.

Jorge Altamira: “El libro de Trotsky es un arma de lucha”

Buenas noches a todos, gracias a los organizadores […] hay que felicitarlos por la publicación del libro Mi vida de Trotsky […] Nosotros tenemos que esforzarnos para que la lectura de Mi vida sea interpretada por los trabajadores más activos, más conscientes, por los luchadores de la clase obrera. Cuando yo leí Mi vida […] sentía que estaba leyendo un libro […] asociado a procesos revolucionarios […] ¿Cómo podemos hacer para que los trabajadores argentinos vivan esa misma experiencia? […] Tenemos que actuar como si cada uno de nosotros, todos los que estamos aquí, fuéramos Trotsky y queremos contribuir a la marcha de la emancipación de la clase obrera y de la humanidad […].

El libro de Trotsky es un arma de lucha. Dentro de los infundios y mentiras, calumnias del estalinismo […] Trotsky escribe Mi vida para combatir esos intentos […] Muchos sacaron la conclusión de que el trotskismo era una réplica del estalinismo […] El trotskismo es antes que nada la defensa de la vigencia histórica de la revolución bolchevique de 1917 […] Es una política por la revolución mundial. No es una querella contra el estalinismo [que] es un aparato contrarrevolucionario que en su defensa adopta todos los recursos políticos posibles […].

Quisiera incorporar también una visión de Mi vida que me viene de un análisis que hace nuestro compañero del Partido Obrero Revolucionario de Grecia […]. Para Savas Matsas, el relato sobre Ulises que se hace en la mitología griega, el Quijote de Cervantes, y el último Ulises del irlandés Joyce; tienen una cosa en común […]. Lo que tienen en común es que son viajes. […] Para descubrir el mundo, para descubrir la naturaleza, para descubrir el Cosmos y para descubrirse a sí mismo […] el Ulises de Homero es un Ulises que recorre el mundo […] el mercado mundial de su época. […] Después dice que el Quijote es alguien que arranca de un pueblo medieval; y es un libro que relata el advenimiento del capitalismo […] Y, finalmente, el Ulises de Joyce es un viaje al interior del personaje Ulises. Y es la expresión de la decadencia capitalista que ya no puede desarrollar objetivamente absolutamente nada y vive una continua introspección. Si nosotros tomamos este modelo ¿Qué significa “Mi vida”? Mi vida es el diario de la revolución mundial […].

Hay tres ideas que son las que ordenan todo su pensamiento político. La primera idea es el problema de la decadencia del capitalismo. […] Estas crisis de hoy, son las del capitalismo senil […] hay corrientes que afirman que la teoría del imperialismo es un invento de Lenin y de algunos más, y que lo que vemos se trata siempre del viejo y mismo capitalismo, y que no hay nada en la forma de dominación del imperialismo que lo haga diferente al capitalismo en general. ¿En qué se manifiesta su decadencia, su declinación? Se tiene que manifestar de una forma histórica concreta […] Por eso esta gente dice, “muchachos, no se preocupen por la crisis capitalista mundial, ya hubo otras y los capitalistas salieron” […] El programa de transición ya comienza con una caracterización del capitalismo en decadencia y, por lo tanto, de la madurez de las condiciones objetivas para la revolución […] Al margen de esto, una teoría revolucionaria no tiene fundamento objetivo.

Y él va insistir sistemáticamente, y quisiera aportar para ustedes que lean […] unas minutas de Trotsky en discusión con el partido norteamericano, el Socialist Workers Party, que trataba de cómo trabajar con un proletariado muy empírico, muy apegado a cosas prácticas, sin aspiración teórica […] siempre les señalaba que la situación de EE. UU. desde el punto de vista histórico mundial, era una situación de decadencia del capitalismo y de perspectivas estratégicas revolucionarias […].

El otro aporte […] es el problema del partido. […] ¿Qué es un partido? El partido no es un aparato […] El partido de la clase obrera es la transformación del proletariado en clase consciente de sus objetivos históricos […]. Nosotros comprendemos perfectamente que el Frente de Izquierda es una forma histórica, como una forma práctica o política, de carácter transitorio que siembra el desarrollo de la conciencia revolucionaria, de la organización, pero la tarea histórica es construir un partido de la clase obrera […] Y en la lectura de Mi vida, la cuestión del partido es fundamental […]. Trotsky se mantiene desde el año 1902 hasta 1917 fuera del partido bolchevique. En Mi vida se va a ver en los diez años posteriores que nadie asimiló como Trotsky la importancia del partido político de la clase obrera […] Nosotros no olvidamos que hay otros partidos obreros, mejor dicho reformistas. Hay partidos centristas que son obreros. Ya Marx en su Manifiesto Comunista toma este punto […] Dice “nosotros los comunistas no queremos un antagonismo con esos partidos sino que representamos en el movimiento histórico de la clase obrera el interés de orden general”. […] ¿Está planteada para la Argentina la formación de otro partido obrero revolucionario? Pensamos que no. […] Y sería un grave error plantear la formación de un partido obrero centrista, que sería centrista porque sería un partido no basado en un programa revolucionario, no basado en la posición histórica, sino que sería un partido basado en las plataformas electorales por las cuales hoy luchan los trabajadores […].

Hay una tercera cuestión […] sobre la actual crisis mundial […] ustedes piensen que mediante la utilización de recursos absolutamente extraordinarios, después de siete años de crisis, la economía no levanta […] Y lo que está en crisis en todo el mundo es el agotamiento de sus recursos extraordinarios […]. Esta crisis mundial abre grandes perspectivas que tenemos que desarrollar, y empieza a manifestarse de nuevo un ascenso de la izquierda, que lamentablemente capitalizan las izquierdas centristas o reformistas, pero que es un indicador del seguro ascenso de una izquierda revolucionaria sobre la base del fracaso de estas corrientes […]

Y para concluir: ¿qué quedó de la Argentina kirchnerista? ¿Qué quedó de la batalla cultural que según Beatriz Sarlo había ganado el kirchnerismo? […] El nacionalismo burgués, pequeñoburgués, ha vuelto a fracasar […] y esta vez de un modo mucho más inmundo que en el pasado, como lo demuestra la alianza kirchnerismo-Macri contra los trabajadores del subte […]. Tenemos que oponer a este gobierno y a la salida que se teje […] una alternativa de la izquierda […].

Porque el objetivo irrenunciable […] es construir un partido para tomar el poder y establecer la dominación política del proletariado […] ¿Qué es la dictadura del proletariado? […] No es una arquitectura institucional, donde las decisiones se toman de una manera o se toman de otra. Es la organización del proletariado como clase dominante bajo la dirección de un partido revolucionario ¿Por qué? Porque el objetivo de la toma del poder y de la dictadura del proletariado es abolir la sociedad de clases [...]. Es la conciencia política, el programa, de que es la última forma de la dominación de clase y el inicio de la transición hacia una sociedad sin clases y sin Estado. Por lo tanto, decadencia del capital, partido, comunismo, emancipación humana, forman un único haz que no puede deshacerse sin pervertir la causa revolucionaria.

Christian Castillo: “Una vida extraordinaria que nos habla del mañana”

Me toca a mí, nuevamente, estar en la presentación de las Obras Escogidas de Trotsky, como estuve con mi camarada Emilio Albamonte en la presentación de Stalin, el gran organizador de derrotas. Y ahora, en la presentación de un libro que estamos reeditando en una situación muy particular que puede ser vista desde dos ángulos. Porque cuando empezaron las compañeras y compañeros del CEIP a trabajar en la reedición de Mi vida todavía no estaba claro qué nivel iría asumiendo la lucha de clases en nuestro país. Ahora acabamos de vivir un hecho muy importante que es el primer paro general en mucho tiempo (11 años), donde la clase trabajadora ha tensado sus músculos. Y, además, este paro general tuvo otra peculiaridad, que la prensa no pudo ocultar el protagonismo muy relevante de la izquierda clasista, anticapitalista, en los piquetes y en el impulso a que el paro se dé aún en las fábricas donde los burócratas sindicales llamaban a que el paro no se haga. Entonces, la edición de Mi vida cobra importancia porque en el país hay un nuevo clima obrero.

El segundo elemento importante es que efectivamente estamos editando las Obras Escogidas de Trotsky y Mi vida cuando una nueva generación despunta a la lucha. Y esa generación es la de los jóvenes estudiantes que combaten en Chile, en México, de los trabajadores que luchan en Europa […] En ese sentido, es fundamental llegar a ellos con las ideas y la tradición del marxismo revolucionario porque, entre otras cosas, la época de restauración conservadora que vivimos ha pretendido borrar la tradición revolucionaria del movimiento obrero.

Trotsky tiene una cita en la autobiografía de un artículo que él había publicado en el periódico que editaba en Francia durante la Primera Guerra que, vista desde un ángulo, es muy arriesgada. Trotsky dice: “en Verdún se forja nuestro mañana”. Verdún fue el combate dado entre las tropas francesas y alemanas, uno de los más sangrientos de la Primera Guerra Mundial. Trotsky decía que Verdún iba a sacar todas las ilusiones patrioteras. Que los sufrimientos de la guerra irían forjando una nueva generación revolucionaria. Y Trotsky no se equivocaba. Las Verdún de aquel entonces, no sólo en esa batalla específica, sino los sufrimientos inauditos provocados por la Primera Guerra Mundial forjaron el temple suficiente de quienes pudieron mantenerse contra la corriente y dieron fuerza a quienes llevarían al triunfo de la Revolución de Octubre. De algún modo en medio de la crisis mundial actual, con la salvedad de que no estamos viviendo circunstancias tan tremendas como en la Primera o en la Segunda Guerra Mundial, las nuevas generaciones que empiezan a poblar las cárceles, que se enfrentan en las calles a los gases lacrimógenos, que van a las fábricas a compartir los piquetes con la clase obrera, que se enfrentan en las calles a la policía, que hacen el trabajo de acercarse políticamente a quienes empiezan a luchar y que a la vez ven cómo los gobiernos capitalistas resuelven atacar las condiciones de vida de las masas para intentar salvar por medios extraordinarios los negocios de los grandes capitalistas, ahí, en estos combates se está forjando también nuestro mañana. […]

Este libro es relevante porque el tiempo que nos toca vivir es posiblemente un tiempo bisagra en donde las nuevas generaciones se enfrenten mucho más a condiciones y situaciones como aquellas en las que se forjaron los Lenin, los Trotsky y también personalidades menos conocidas, pero que son muy bien tratadas en Mi vida en toda su enormidad revolucionaria, aunque no lograron la misma trascendencia en cuanto a nombre y que para Trotsky son enormes símbolos de lo que fue una clase insurrecta, una clase que había protagonizado una experiencia revolucionaria. El marinero Markin, del cual Trotsky narra el papel que juega en la guerra civil […]. El estudiante Poznansky que dice que lo siguió por la calle cuando iba de mitin en mitin por Petrogrado y le dice “yo voy a estar con usted porque tiene muchos enemigos” y a partir de ahí no se separa y, de hecho, es uno de sus secretarios clave que solo los separan cuando lo envían al destierro. Skliansky a quien Trotsky señala como el Carnot de la revolución, un gran organizador del Ejército Rojo […]

Desde que empieza hasta que termina Mi vida es un libro que va narrando un medio siglo extraordinario de la vida de Trotsky. El título que él le quería poner al libro era “Medio siglo”, sus primeros cincuenta años de vida. Y verdaderamente Trotsky pasa por sucesos impresionantes. Desde cuando va a tratar de convencer a los obreros en Nikolaiev en los primeros círculos, siendo un muy joven estudiante y tratando de acercarse a la clase obrera. Algo que lo va a marcar toda la vida. Y Trotsky dice: “enfrentando al populismo y enfrentando a la policía del Zar nos fuimos forjando como políticos proletarios”. Y esa es una definición que Trotsky va a mantener toda su vida. Dice: “¿Qué éramos Lenin y yo? Políticos revolucionarios del proletariado”. Y va a oponer esa categoría, con la que nos queremos identificar los que luchamos por la construcción de un partido revolucionario, la va a oponer a la figura de muchos de los personajes centrales de la socialdemocracia alemana y austríaca. […]

El libro pasa por estos aspectos y uno lo ve a Trotsky en 1905 cuando no estaba con los bolcheviques como señalaba Jorge, cuando estaba en el medio, en esos años en donde estaba separado de Lenin y desarrollando lo que él también denomina el instinto revolucionario para vincularse al soviet de Petrogrado y jugar ese papel central. […]

Trotsky se forja, dice él, como un marxista no dogmático. Y ese marxismo no dogmático le permite a Trotsky formular la Teoría de la Revolución Permanente y le permite plantear un marxismo que capta la discordancia de los tiempos entre la economía, la política, la guerra y la revolución […] Trotsky señala este elemento, se enfrenta, digamos, a un mecanicismo economicista en donde él dice algo así como: “uno de los primeros elementos con los que me formé fue ver que a veces la crisis causa la revolución y a veces no, depende de cómo esté el proletariado. A veces puede desorganizar las filas del proletariado y a veces impulsarlo a la revolución” […].

El otro aspecto que me interesa, muy importante que está en el libro es la relación con Lenin. Al final en uno de los últimos capítulos Trotsky sintetiza cuál es mi relación con Lenin […] Dice que llegaron a una síntesis después de haber trabajado juntos, de haberse enfrentado, y luego haber llegado a formar ese gran equipo revolucionario que pudo dirigir la revolución de Octubre, la guerra civil, y dado ese primer gran ejemplo al proletariado internacional y haber dirigido la III Internacional”.

Trotsky no trata de ocultar las diferencias que tuvo con Lenin. […] Es evidente que su vida está íntimamente relacionada con la lucha del proletariado por construir su propio partido, aun cuando Trotsky no estaba con Lenin era partidista, como lo era Rosa Luxemburgo. […] Para Trotsky como para Lenin, la lucha por el partido era no sólo por construir partidos revolucionarios nacionales sino una internacional revolucionaria […]. En este marco dice: Lenin tuvo razón central en la idea del enfrentamiento a los mencheviques, en la división bolcheviques mencheviques, y Trotsky revaloriza cómo Lenin jugó, en ese aspecto, el papel central.

Trotsky en el período posterior a la edición de Mi vida, piensa decenas de tácticas por las que podía surgir el partido revolucionario. Y no son tácticas abstractas. Trotsky toma en cuenta los momentos de evolución de cada una de las clases obreras con las cuales los revolucionarios tienen que actuar. Y toma también en consideración si esos revolucionarios son decenas, son cientos, son miles o decenas de miles. […] Muestra las distintas mil y una ideas de Trotsky para tratar de hacerse un camino hacia las masas: los entrismos en los partidos reformistas, las tácticas transicionales como las que le planteaba al proletariado norteamericano, un proletariado sin independencia de clase al cual le plantea transicionalmente la lucha por un Partido de Trabajadores, el Bloque de los Cuatro para tratar de confluir en la construcción de una nueva Internacional.

Nuestro tiempo tiene analogías con otros tiempos históricos, el proceso histórico no vuelve siempre al mismo punto ni se repite de la misma manera. Nosotros estamos viendo una historia particular, forjada también por triunfos, por derrotas, por experiencias históricas que no son iguales a las que tenía Trotsky al enfrentar ese momento. […] Entonces en estas nuevas condiciones, nosotros tenemos que enfrentar la construcción de partido revolucionario y de una internacional revolucionaria. Y creo que la edición de estos textos de Trotsky, la edición de las Obras Escogidas, tiene que estar justamente al servicio de todos los que de alguna manera queremos retomar su continuidad en las luchas contemporáneas, en nuestro país y a nivel mundial, al servicio de esa tarea en la cual tenemos que poner toda nuestra fuerza, y que la crisis mundial nos plantea redoblar nuestros esfuerzos en la lucha por la construcción de una internacional revolucionaria, la IV Internacional.