martes, 15 de julio de 2008

Formación Política. Salario: el más grande secreto empresarial


Por Mikhail Bodrov

El verdadero significado de la palabra explotación
Comúnmente se escuchan referencias a que la explotación laboral se da en ciertas empresas o lugares de trabajo debido a que allí las horas extras son impagas, la carga de trabajo es muy grande o los salarios son muy “bajos”.
Pero, ¿acaso esto es explotación? Lo es sin duda, mas hay un pequeño detalle que los empresarios buscan, por todos los medios que les da su asqueroso régimen, ocultar a los trabajadores.
El fundador del socialismo científico, Carlos Marx, analizó de una manera brillante cual es la verdadera fuente de las ganancias del empresariado. En uno de sus trabajos, Marx nos explica como es determinado el salario que recibe un trabajador.
Partiendo de que el trabajador vende al capitalista su fuerza de trabajo por una determinada cantidad de dinero, analiza como esta fuerza de trabajo es una mercancía como cualquier otra: “Con la misma suma de dinero que el burgués ha comprado su fuerza- trabajo, por ejemplo, con 2 francos, hubiera podido comprar 2 libras de azúcar o una determinada cantidad de cualquier otra mercancía”.
[1] El asunto empieza a hacerse más interesante cuando se cuestiona como es determinado el valor de una mercancía; el mismo se fija de acuerdo a la cantidad de trabajo necesario para su producción; y la fuerza de trabajo del obrero como mercancía no queda por fuera de este parámetro: “El precio de su trabajo estará por tanto determinado por el precio de los medios de subsistencia necesarios”.[2]
Son esos “medios necesarios” equivalentes a un salario lo que normalmente perciben los trabajadores y trabajadoras por sus jornadas de ocho o más horas; en otras palabras, lo necesario para comer, vestirse, y comprar uno que otro bien adicional para mantenerse en condiciones de continuar realizando sus labores en la fábrica, la oficina o el campo.
La verdad queda al descubierto cuando tomamos en cuenta la afirmación de la economía burguesa clásica que dice que toda mercancía es vendida por su valor, o sea, por el equivalente al trabajo que costó elaborarla, esto es su costo total; pero vemos en realidad que al vender esta mercancía el empresario recibe un beneficio. La única razón por la cual esto ocurre es por que el obrero si bien produce el valor total, o sea, el valor que recibirá al final el burgués, este a su vez da como pago al trabajador solamente lo que conocemos como salario, y este valor el trabajador lo produce en tan sólo una parte de toda su jornada de trabajo, el tiempo adicional de trabajo simplemente es dado de gratis al patrono y al final se convierte en utilidades, o sea, en ganancias para la empresa.
Esta es el verdadero significado de explotación, y más que eso, el robo mejor disimulado durante muchos años y aún hasta nuestros días: “el capitalismo es la más perfecta de todas las sociedades clasistas, justamente por ser la única en la que, como Marx señalaba, hasta el trabajo no pagado aparece como retribuido”.
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Tan solo por si surgen dudas respecto a si explotación no es sólo un salario bajo o mínimo vale la pena citar un claro ejemplo histórico.
Después de la Segunda Guerra Mundial, en la que se enfrentaron las grandes potencias imperialistas, fue destruida una enorme cantidad de fuerzas productivas (fábricas, maquinarias, y por supuesto, millones de vidas humanas). Existía un vacío en la economía que necesitaba llenarse: se hizo necesario construir nuevamente fábricas, edificios, y demás; para esto se requería gran cantidad de maquinaria que debía ser elaborada nuevamente; las familias trabajadoras necesitaban volver a construir sus viviendas y adquirir bienes necesarios, etc. Esta situación significó un enorme impulso para la producción, lo cual incrementó enormemente las ganancias de la burguesía de las diversas ramas económicas. Lo que ocurrió durante estos años de crecimiento fue que de la mano con las grandes ganancias de los empresarios, los trabajadores veían también sus salarios aumentar; y es precisamente lo que nos demuestra que aún con esos salarios sostenibles, los burgueses seguían apropiándose del tiempo que la clase obrera requiere para su recreación y desarrollo espiritual, en otras palabras, tranquilamente seguían explotando mano de obra e incrementando sus ganancias a pesar de pagar un poco más en salarios.
Bien lo decía Marx: “No debemos tampoco creer que cuanto más floreciente es el capital tanto mejor son engordados sus esclavos. La burguesía es demasiado inteligente, sabe hacer las cuentas demasiado bien”.
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Luchar contra las causas de la miseria
En esta sociedad donde unos cuantos parasitan y viven en abundancia con lo que a la mayoría le falta en alimento, en bienes, y por supuesto, en tiempo libre, se hace necesario entablar la lucha contra los abusos que día a día cometen los capitalistas contra la clase trabajadora; ya sea por lugar de trabajo, por rama económica, o a nivel general. Marx dio por tierra en su folleto “Salario, Precio y Beneficio” con argumentos que fueron utilizados en contra de la lucha sindical.
Son estas luchas las que muchas veces sientan un importante precedente para que trabajadores de diversos oficios, emprendan la lucha contra las arremetidas de sus patrones, y en especial, de uno de los peores: el gobierno.
Podemos señalar como ejemplo la reciente lucha de los profesores de secundaria que despertó un nuevo fervor de lucha en un importante sector de la vanguardia obrera; pero este fervor limitado a la lucha de un sector específico de trabajadores reduce las energías de los mismos tan sólo a pelear por obtener sus objetivos inmediatos, o sea, ciertos derechos que se ven amenazados constantemente por la burguesía.
Una lucha como la de los trabajadores docentes, si hubiese involucrado a otros sectores obreros y populares con ejes como la lucha contra las alzas energéticas, la carestía de vida, la Ley Antiterrorista, entre otros, hubiera iniciado una importante regeneración en las fuerzas de la clase trabajadora a nivel nacional que entablaría la lucha no sólo contra un ministro de educación o el presidente, sino contra todo el régimen de opresión, o sea, sobre la raíz del problema.
Es esta la limitación que Marx visualizó las luchas sindicales, o sea, en las luchas llevadas a cabo por una mejora salarial, una disminución de la jornada de trabajo, entre otras demandas; luchas necesarias pero que sin embargo no cuestionan la propiedad privada de los grandes empresarios del agro que en su búsqueda de ganancias provocan desastres humanos como la actual crisis alimentaria mundial; o la de los empresarios de la más variadas industrias que generan crisis como la que se ha venido desarrollando en los grandes centros capitalistas mundiales, y cuyas consecuencias se extienden a todo el mundo, culminando en despidos masivos, hambres, y por ende, una mayor miseria.
Al respecto el fundador del marxismo decía: “En efecto, los obreros, hecha abstracción de la servidumbre que supone todo el sistema del salariado no deben exagerar las consecuencias de estas luchas cotidianas. No deben olvidar que luchan contra los efectos, pero no contra sus causas; que no hacen más que retrasar el movimiento descendente, pero no variar su dirección; que no hacen más que aplicar paliativos, pero no curar la enfermedad”.
[5] Por eso, desde las filas del marxismo revolucionario, es fundamental no dejar de plantear a la clase trabajadora que “En vez de la solución conservadora: “Un salario justo por una jornada justa”, debieran inscribir en su bandera las palabras revolucionarias: “Abolición del salariado”.[6]

[1] Marx, Karl. “Trabajo Asalariado y Capital. Salario, Precio y Beneficio.” Editorial Problemas, 1941, Pág. 17
[2] Ídem. P, 27.
[3] González, Juan R.; Mercadante, Esteban. “Para Entender la Explotación Capitalista”. Buenos Aires. Ediciones del Instituto del Pensamiento Socialista (IPS). Año 2006. P 15.
[4] Op. Cit. Marx, Karl. P, 40.
[5] Ídem. P, 142
[6] Ídem.